Lo que ves no es la totalidad del asunto. Cada uno ve según su percepción, según su subjetividad, sus sentimientos, su conocimiento, su experiencia, su capacidad. No todo vemos lo mismo. No todos tenemos el mismo punto de vista. Algunos lo ven al asunto (problema, proceso, situación, como lo quieras llamar) desde adentro, otros lo ven desde afuera, y aun estando en la misma posición, cada persona puede ver la misma situación completamente diferente.
¿Te pusiste a pensar alguna vez que solo vemos una parte? Me pasó hace poco de estar presente en una situación que me incomodó mucho, que no tenía que ver conmigo, yo era ajena, pero estaba de espectadora; vi y escuché una situación incómoda que hasta llegó a angustiarme. Para mí, lo que pasaba era terrible, pero me callé… claramente no podía meterme, opté por hacer silencio (y menos mal). Un rato más tarde escuché a las mismas personas involucradas en la «injusticia» (para mí) hablando y la persona «re culpable» (según mi percepción), resultó tener sus válidas razones para hacer lo que hizo. Ojalá pudiera explayarme más, pero claramente no era algo grave, solo que yo no conocía toda la situación. Solo había visto una parte. Solo vi 5 minutos de un asunto que venía de hace tiempo y que yo desconocía. Ese día llegué a mi casa y agradecí no haber hablado en esa situación y me di cuenta que me cargué con algo que no me pertenecía. Cuantas cosas cargamos que no son nuestras, ¿no? Pero eso será para otro artículo.
Muchas veces solo vemos el escenario y los personajes de la historia en ese momento, pero no vemos ni conocemos su pasado, su futuro, sus situaciones, los motivos que lo llevaron hasta ahí ni las batallas que están peleando en ese mismo instante y, muchas veces, hasta juzgando.
No sé por la situación que estás pasando, hay procesos más difíciles que otros, y escenarios completamente diferentes. Solo te quiero animar a que pienses en el «detrás de escena». Dios está ahí. Dios ya escribió el guion, Él está controlando que nada salga de su lugar. Él está atrás del telón de tu vida, pero también está al frente, está en cada detalle, ni la decoración se le pasa por alto. No, tampoco la iluminación. Tu futuro, el final de la obra maestra está escrito, y terminado. ¿Y te cuento la mejor parte? El final es hermoso, es perfecto y es la victoria en Él y con Él.
También te animo a pensar en esto cuando estés viendo, hablando, escuchando a un hermano o hermana en Cristo. Piénsalo cuando no estés en las cuatro paredes de la iglesia, cuando estés en el día a día con un compañero de trabajo, un jefe, un amigo, un familiar, o un desconocido que no cree en Dios.
¡Hola! Soy Natalia Kaukian. Hija menor de un papá pastor y una mamá médica. Uno ayuda con las heridas físicas, el otro con las heridas espirituales. De ese combo nací yo, Nati de “@milla.extra”. Docente, casada con un músico, recientemente mamá y, por sobre todas las cosas, cristiana… cristiana por convicción.