«Tu palabra es lámpara que guía mis pasos; luz que alumbra mi camino» (Salmos 119: 105, PDT).
El propósito de La Palabra de Dios es traer claridad sobre nuestra vida, iluminar nuestros pensamientos, transformarnos y guiarnos para tomar decisiones que contribuyan con nuestro propósito. Sin la luz de la Palabra, todo camino es confuso e incierto. Tinieblas cubrirán la tierra por causa del pecado, el caos y la confusión estarán cada día más presentes, pero aquellos que se sienten bajo la luz de la Palabra de Dios traerán cambios y respuestas inspiradas por el Espíritu Santo para estos tiempos.
«La gente que ama tus enseñanzas encontrará la paz verdadera; nada los hará tropezar» (Salmos 119:165, PDT).
Es nuestro deber disponer de nuestro tiempo y abrir nuestro corazón para ser llenos de las instrucciones divinas que Dios desea depositar en cada uno de nosotros. Instrucciones que serán para un crecimiento personal y también para impactar de manera racional el ambiente en donde desarrollemos nuestras actividades cotidianas. La iglesia es más que un edificio, la iglesia somos nosotros y el Señor desea direccionarnos para dar dirección. Amarnos para que podamos amar.
Su Palabra nos da vida (Mateo 4:4), nos guía e instruye a vivir en santidad, a caminar en amor y perdón, y a convertirnos en instrumentos de Dios en esta tierra.
La comunión continua con la Palabra es capaz de suplir no solo nuestras necesidades espirituales, sino que también las emocionales, intelectuales y materiales. Sentarnos para ser instruidos por ella es un acto de humildad. Es decir: me humillo, porque reconozco que no sé todo, pero Dios sí y desea traer luz sobre mi camino. Somos moldeados para obedecer y que Dios habite en nosotros, y si Él habita en nosotros, ¿acaso no lo notarán?, ¿no será evidente?, ¿pasará desapercibido aquel que vive en nosotros?
«Toda la Escritura es un mensaje enviado por Dios, y es útil para enseñar, reprender, corregir y mostrar a la gente cómo vivir de la manera que Dios manda, para que el siervo de Dios esté listo y completamente capacitado para toda buena obra» (2° Timoteo 3:16-17, PDT).
La Palabra es vital para la que los hijos de Dios vivamos con pasión, con una fe encendida y con esperanza en la eternidad. El deseo del Señor es que lo amemos con toda nuestra mente y nuestro corazón para que pueda morar en nosotros y así transformar nuestras debilidades en éxitos. Permitamos que la Palabra impacte nuestra vida, nos traiga revelación y abra nuestros ojos a una relación más profunda con Jesucristo, porque solo de esta manera nuestros pasos serán iluminados para terminar la carrera de la vida con éxito.
Autora: Ruth Castro
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