Bueno, creo que todos lo hemos sentido en algún momento. Hay diferentes clases de intimidación: psicológica, virtual, sexual, física, pública, entre muchas más. Esto nos provoca miedo, preocupación y en muchos casos ansiedad.
Voy a ponerte un ejemplo. Muchas veces puede empezar porque una persona te dice algo que hiere y altera tus emociones; o en tus redes sociales te pueden chantajear con algo y empiezas a sentir temor, violan tus derechos y te sientes insuficiente, e incluso te cuestionas por no hacer las cosas mejor.
Dejamos que esas situaciones tomen poder en nuestras vidas y se genera esa presión que para nada es buena. Ya no quieres ver esa persona, volver a ese lugar, ver tus redes sociales. La inseguridad se apodera de ti en ese momento y tu autoestima se afecta.
Sé que todos hemos pasado por situaciones así, ¿pero sabes? es hora de romper todo esto que nos retiene y nos hace diferentes personas, pero por un momento piensa, ¿vale la pena dejar de sonreír a causa de otros? ¡No! Dios nos ha dado un espíritu de valentía y no de temor. Por eso, debemos ser fuertes y siempre mostrar nuestra gentileza en medio de todo.
Aquellas personas que incurren en esos comportamientos, tienen sus propias luchas y la manera en la que evaden sus situaciones es haciéndole daño a los demás, no sabiendo que se hacen más daño a ellos mismos, llenando vacíos de formas inefectivas.
A ti que lees esto y estás pasando por una circunstancia similar, quiero invitarte a que dejes entrar a Dios en tu corazón y permitas que sane esas heridas ocasionadas por esas situaciones. Dios no te dejara solo, siempre está con nosotros en momentos de dificultad y nunca nos dejará. Lo mejor que puedes hacer por aquellas personas que te hirieron es perdonar y orar por ellos.
Y si tú en algún momento has hecho sentir mal a alguien o incluso has llegado a intimidarlo, te animo a que procures no hacerlo, esto genera un gran daño en las personas. No todos son tan fuertes, algunos son más vulnerables y por ello debemos cuidarnos para no hacer sentir mal a nadie. El único que puede juzgarnos es Dios, no nos convirtamos en piedra de tropiezo para otros.
Isaías 41:10 dice:
«No tengas miedo, porque yo estoy contigo;
no te desalientes, porque yo soy tu Dios.
Te daré fuerzas y te ayudaré;
te sostendré con mi mano derecha victoriosa.»
Por lo tanto, Dios está con nosotros y siempre nos sostendrá con su mano victoriosa y con su amor incondicional. ¡Y dile adiós al temor!
GOD | Aprendiz | Servidora.
