«Señor, recuérdame lo breve que será mi tiempo sobre la tierra. Recuérdame que mis días están contados, ¡y cuán fugaz es mi vida!» (Salmos 39:4, NTV).
Nuestra vida en esta tierra es breve y sucede muy rápido, por eso es necesario aprender a vivir sabiamente para que cuando meditemos en los años que pasaron podamos agradecer de haber invertido bien nuestro tiempo. Porque lo que hoy estamos viviendo es el resultado de nuestras decisiones de ayer. ¿Estamos contentos con los resultados de nuestro presente? ¿Hemos sido sabios en la inversión y administración de nuestro tiempo? ¿Sabemos diferenciar lo urgente de lo importante? ¿Cuáles son nuestras prioridades? Dios nos recuerda en este día que si Él está primero TODO lo demás estará bien encaminado (Mateo 6:33).
La vida y el tiempo se esconden en nuestra rutina diaria. En el día a día. Todos tenemos muchas actividades cotidianas que demandan de nuestro tiempo. Pero debemos aprender a manejar lo urgente y darle más atención a lo importante. Invertir tiempo en nuestra relación con Dios es clave para la productividad de nuestros días. Entonces, ¿por qué a veces lo dejamos en último lugar? Dios es el único que puede darnos sabiduría para administrar nuestra vida correctamente. Por eso, Él espera que utilicemos nuestro tiempo de manera intencional y que podamos hacerlo trabajar para nosotros con directivas claras.
Para lograr hacer un buen eso del don llamado tiempo debemos:
Eliminar distracciones. Hay muchas cosas que pelean por obtener nuestro tiempo y atención con el objetivo de desviar nuestro enfoque y distraernos, y así frenar nuestro avance, nuestra productividad. «Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos» (Efesios 5:16, RVR1960). La Palabra nos dice que debemos ser cuidadosos y sabios aprovechando cada momento. Estamos viviendo en una era de sobreinformación, la tecnología y las redes sociales corren velozmente, y lo que debería ser un entretenimiento se lleva lo más preciado que tenemos que es nuestro tiempo. Muchas veces no somos conscientes que pasamos más tiempo frente a una pantalla que en momentos de intimidad y comunión con Dios, después de todo invertir tiempo en el Reino es una necesidad vital para los hijos de Dios.
Adquirir sabiduría. Jesús se preparó toda una vida para ejercer un ministerio de tres años y medio. «Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres» (Lucas 2:52, RVR 1960). Él sabía que era lo importante y dedicó su vida a eso. Nosotros, por supuesto, que debemos aprender de Él que tomó de su tiempo para invertirlo en su crecimiento espiritual y en su relación con Dios, los resultados fueron más que evidentes en su paso por esta tierra: amor incondicional, milagros, manifestaciones de poder, fe, creatividad, etc. Entonces, cada uno de nosotros puede tomar de su tiempo e invertirlo en cantidad y en calidad con el fin de afianzar una relación firme y fuerte con Dios para que su Reino se manifieste a través nuestro.
El tiempo es el recurso más valioso que Dios nos ha dado, no lo desperdiciemos. Afiancemos nuestra relación con el Señor y pidámosle al Espíritu Santo que nos guíe para utilizar nuestro tiempo de manera eficaz y productiva. Conocer la voluntad de Dios nunca será tiempo mal invertido. ¡Determinemos que este es el día y el momento indicado para comenzar!
Autora: Ruth Castro
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