Muchas veces, cuando atravesamos determinados problemas o circunstancias difíciles intentamos que pase desapercibido lo que nos está sucediendo, que nadie sepa nuestro dolor, hasta nos podemos llegar a sentir culpables por estar así. Quizás funcione y nadie perciba nuestra condición y ante los demás nos veamos bien. Pero cuando estamos solos no podemos fingir y el dolor, la duda, la frustración comienzan a resurgir una y otra vez.
Hoy quiero decirte que no está mal si estamos pasando por una situación así, no somos más ni menos pecadores, somos seres humanos. Somos vulnerables y justamente por eso necesitamos de nuestro Padre Celestial, quien es verdaderamente fuerte para sostenernos y ayudarnos. «Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas […]» (Isaías 40:29-31, RVR1960). Él que ve en lo secreto conoce nuestros momentos más frágiles, pero también sabe que si nos escogió es porque podemos atravesar esa situación y salir de ella más fuertes.
El que nos creó nos conoce, nos ve, nos observa. Se interesa por nosotros. Comprende lo que nos está sucediendo. Percibe cada una de nuestras lágrimas y está dispuesto a traer la ayuda que estamos necesitando. «Señor, delante de ti están todos mis deseos, Y mi suspiro no te es oculto. Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor, Y aun la luz de mis ojos me falta ya» (Salmos 38:9-10, RVR1960).
El Salmo 139 dice que fuimos formados en lo secreto y en lo oculto dentro del vientre de nuestra madre. Pero un día tuvimos que nacer y lo que era un misterio ya no lo es. Nuestra vida debe ser entretejida y formada en lo secreto, delante de un Padre que todo lo ve. Con Él no podemos fingir, nuestro corazón está descubierto ante nuestro Creador. Podemos acercarnos sin culpa ni vergüenza, porque en lo secreto seremos reconstruidos, pulidos, formados y restaurados. Y todo ese proceso en las manos de Dios traerá una manifestación notable.
Instruidos, recreados y gestados en la intimidad para luego nacer como una persona renovada, fuerte en carácter y con una identidad firme.
En momentos de desolación no dudemos acercarnos al trono del Padre, donde vamos a encontrar nuevas fuerzas y la provisión que estamos necesitando. Ahora es el momento propicio para permitir que Dios intervenga en nuestra vida de una manera sobrenatural y convierta nuestras debilidades en grandes fortalezas.
Autora: Ruth Castro
Somos Reactivoz, la plataforma de noticias, música, actualidad y cultura cristiana para Latinoamérica. Si quieres apoyarnos comparte las noticias e información que han sido de tu interés.