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Recalculando: Cuando el GPS de Dios nos redirecciona

Estoy segura que alguna vez te pasó de tener que cambiar algún plan. Por diferentes motivos, hubo que ajustarse a la situación y lo que habías planeado ya no se puede concretar. Una mudanza, vacaciones, una salida, eventos importantes como un casamiento o un cumpleaños, un turno médico, una reunión de trabajo o de la iglesia, cambiar de carrera en la universidad, etc.

Los planes que alguna vez hicimos con tanto entusiasmo y organización toman otro rumbo y hay que cancelarlos o redireccionarlos. Y esto se puede dar por diferentes motivos, pero más allá de ellos… estos cambian.

En un segundo, eso que habías proyectado… puede que ya no cuente más. Quizás haya que volver a coordinar o a esperar, porque no es el tiempo aún. No tenemos nada asegurado, no tenemos certezas de que todo va a salir de acuerdo a lo pensado, aunque hayamos organizado hasta el más mínimo detalle.

¿Sabes porque nuestros planes son frágiles? Porque nuestra vida es frágil. Suena drástico, ¿no? Es que no somos dueños de nada (y menos del tiempo). Los eventos cambian de un momento a otro con: un diagnóstico médico, un problema familiar, una pandemia inesperada, el despido del trabajo, lo que sea. Creemos que tenemos mucho tiempo y que vamos a poder hacer cada cosa que diseñamos, pero si pones tu vida y tus planes en las manos de Dios es muy probable que las cosas no salgan de acuerdo a tus proyectos sino a los de Dios, ¡y eso es mucho mejor!.

Cuando uno decide ser guiado por Dios, Él tiene el mando y empieza a mover las fichas del tablero, dando otra dirección a tu vida para hacer lo que Él desea hacer. No tenemos certezas de lo que ocurrirá, pero Él sí las tiene. Él ya vio el final, Él conoce el camino y, por eso mismo, «recalcula» nuestro GPS para ir por el destino correcto. Sabe el por qué, el para que, el cuándo, el cómo, ¡todo!

En Proverbios 16: 9 dice: «El corazón del hombre propone su camino, pero Jehová dirige sus pasos». ¿Y entonces no tengo que planificar nada? ¿Debo improvisar en mi vida? No, claro que no. Siéntate y planifica, organiza, ordena, coordina eso que quieres lograr… eso nos ayuda aprovechar bien el tiempo, a utilizar nuestros días con sabiduría, a disfrutar, a tener esperanzas… pero no te olvides de lo más importante: encomendar a Dios hasta el más mínimo detalle de todo y pedirle que se haga SU voluntad.

Sabemos que si Él está desde el comienzo de todas nuestras aventuras, nada puede salir mal… porque aún «saliendo mal», Dios nos está redirigiendo por otra ruta, pero con la certeza de que va con nosotros y que ese camino es mucho mejor que el que nosotros hubiésemos tomado.

Desafío
Encomienda todos tus días, tus planes, tus proyectos a Dios. Y cuando las cosas no salgan como las pensaste, CONFÍA en que es Dios dando una nueva dirección, borrando y volviendo a escribir ese plan para que sea perfecto en Sus propósitos.

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