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¡Se agrandó Pedro!

«Pedro le dijo: Aunque todos te abandonen, yo no te abandonaré. Jesús le respondió: Pedro, no estés muy seguro de eso; antes de que el gallo cante, tres veces dirás que no me conoces. Pedro le contestó: Aunque tenga que morir contigo, yo nunca diré que no te conozco. Los demás discípulos dijeron lo mismo.» – Mateo 26:31-56.

¿Conoces la historia de Pedro? Si no la conoces, te invito a leerla. Claro que está en la Biblia, y si bien Pedro fue un discípulo de Jesús, era demasiado temperamental, impulsivo… como yo. No sé si como tú, pero como yo, seguro.

En muchas oportunidades, Pedro tiene comentarios determinantes; el hombre tenía su personalidad que claramente tenía que ser moldeada por Dios (como la tuya y la mía). Pero Pedro no era el único, en Lucas 9:54, sus discípulos Jacobo (Santiago) y Juan ven algo y le plantean a Jesús: «Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los consuma?» Estaban enojados y querían consumir a todos. Mientras escribo esto, me río, porque me siento muy identificada con ellos, ja.

Los discípulos eran personas normales y comunes, trabajadores con personalidad, que tenían familia, conflictos, sentimientos y también pensamientos que muchas veces no eran los mismos que los de Jesús. Porque estar con alguien no te hace ser igual a esa persona, aunque sea el mismísimo Jesús.

En el versículo al principio del artículo, Pedro le dice a Jesús que él nunca lo abandonaría, que él se la iba a jugar a muerte por Jesús. Me imagino la cara de Jesús mientras Pedro hablaba, y en una versión un poco más argenta me lo imagino diciendo «no te agrandes Pedro, estás hablando de más».

Segundos más tarde, Jesús le dice: «no estés muy seguro de eso, me vas a negar y no una sola vez sino tres». En definitiva, cuando las «papas quemen», cuando todo se complique, me vas a negar.

Estas situaciones tan humanas de los apóstoles me hacen sentir muy reflejada. Cuántas veces en una reunión de la iglesia prometí cosas, cuántas veces canté letras de canciones que me cuesta tanto llevar a cabo, cuántas veces me dejo llevar por el sentimiento y la emoción de estar con El cuándo todo está bien, pero cuando viene la prueba me nublo y no veo nada más que oscuridad.

Somos humanos, tenemos temperamento y el Señor nos ama y nos entiende así, pero no quiere dejarnos tal cual estamos. Muchas veces decimos cosas que no haríamos o hacemos cosas que dijimos que nunca haríamos, A veces me siento muy Juan y Santiago y me encantaría, que descienda fuego del cielo y consuma a alguien o a una situación, ¡Menos mal que Dios no siempre nos hace caso, ¿no?

Quiero invitarte hoy a repensar nuestro temperamento, a no agrandarnos y a no ser esclavos de nuestras palabras. Jesús no le habló mal a Pedro, claro que no, simplemente le hizo ver que de la boca para afuera es fácil hablar y decir cosas, comprometerse intensamente, pero cuando las cosas se complican tendemos a dar marcha atrás. «Pedro lloró amargamente», dice el versículo cuando Pedro lo niega por tercera vez y canta el gallo.

Seamos conscientes de lo que le decimos a Dios y dejemos que Él nos moldee. No nos olvidemos que Él ya sabe todo de antemano.

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