Durante el tiempo que dure nuestra vida en esta Tierra vamos a conocer a muchas personas, y sin dudar unas tendrán mayor relevancia que otras. Lo interesante de esto es que cuando una persona quien amamos cambia, lo que un día fue una bonita amistad se convierte en un recuerdo. Es difícil hacer esa «transición» debido a las emociones que se envuelven con la nostalgia, sin embargo, es parte de la vida afrontar esos cambios que nos ayudarán a crecer y a ver nuevos horizontes. En este corta reflexión quiero hablarte desde mi experiencia personal y de este tipo de sensaciones.
Nos quedamos esperando esa llamada que nunca más regresó, ahora tenemos claro que el tiempo lo cambia todo y eso nos incluye a nosotros. Todo lo bueno y malo que vivimos será un capítulo más de nuestra colección de recuerdos. Sin embargo, si pudiera devolver el tiempo, me gustaría decirte lo importante de cada segundo vivido, tal vez suene a una despedida anticipada, tal vez nunca imaginamos que las cosas fueran a cambiar, pero ahora enfrentamos otra realidad.
Madurar significa dejar el pasado atrás, me quedaré con todo lo bueno que pude aprender de ti y las tonterías que nos hacían reír, pero es hora de decir adiós… tal vez para siempre, tal vez por un momento. El agradecimiento siempre será sincero y eterno, porque me hiciste crecer y ver un mundo que no conocía. Me diste la maravillosa oportunidad de ver lo mejor de ti. Gracias por estar allí cuando lo único que necesitaba era una palabra de aliento, gracias por tus abrazos que me infundieron ganas de seguir luchando aún cuando pensaba rendirme y no continuar.
El tiempo seguirá corriendo sin parar, las olas del mar seguirán su trayecto y volverán a empezar. Y aunque no sabemos cuándo cada uno tenga su final, estas palabras serán testimonio de nuestra amistad.
Comunicador Social-Periodista. Escritor
